Adelanto Sweet Temptation

Sus ojos se abrieron absortos, cuando él llevó su pequeña mano hasta la zona de su pecho.
 —¿Oyes esto? —Bella tragó—, no late así por Tanya, no lo hace cuando la beso y  mucho menos cuando le hago el amor —, su sinceridad dolió, y de pronto ya no le apetecía oírle, ella quería fingir que nada pasaba, ella quería una mentira.

Quitó su mano del fornido torso, y extrañó el contacto, sentir esa piel fuerte y trabajada, bajo el pulso de su mano; aquello no tenía precedentes y ella lo había tocado demasiadas veces, como para ignorar lo bien que se sentía, mucho menos podría evitar recordar... Su piel desnuda, cubierta de sudor. Dios, lo deseaba tanto.

—Simplemente… No puedo más —continuó él, respetando las distancias que ella había impuesto— Voy a trabajar en ello, voy a luchar por sacar adelante mí matrimonio, pero tienes que saber que me está matando.  Verte con él, desearte a la distancia. Antes de tu llegada, todo parecía ir bien. Sin embargo, si me diesen a elegir, no cambiaría nada.

—Conocerte no ha traído sino, caos a mi existencia, pero tenerte es la cosa más hermosa que he experimentado nunca.

—¿Por qué me dices esto?, hace poco pensabas que era una niña.

—Lo eres, sigo pensando igual, lo que por cierto, me transforma en alguien aún peor. No puedo dejar de menospreciarme por esto, pero sin importar tu edad, sin importar quien seas, siempre serás mi niña.

Ella procuró disimular el nudo de emociones que se enredaba en su estómago, intentó distraerse y fijó su vida en los alrededores. El parque parecía extrañamente vacío, posiblemente porque no dejaba de llover. Observó los nubarrones y la nostalgia no tardó en cargar sus hombros, un cielo gris, cargado de gotas. Bella pensó que incluso el cielo lloraba… Se detuvo después de un rato, al notar que Edward había dejado de seguirla.

— Cuando estés con él —comenzó él, mientras ella se acercaba más con cada paso que daba—, cuando lo beses, cuando lo toques; nada ni nadie podrá cambiar lo que siento, independiente de si está bien o está mal —. Una fría brisa invernal sacudió la calle, levantando con su furia las frágiles hojas que había dejado el otoño. Instantáneamente, se cubrió con los brazos, desvió su vista del suelo, en donde los pétalos del un ciruelo habían desaparecido por completo, y volvió su visa hacia el frente, justo donde la esperaban dos ojos verdes, el rostro de Edward intrépidamente cerca.

Su mano, varonil y áspera, se acercó a su rostro y los ojos de ella se cerraron, temiendo el contacto.

—Tenías una hoja —se excusó, mientras alejaba su mano.

—¿Y qué es lo que sientes? —le incitó ella, esquivando el tema y necesitando olvidar rápidamente que habían estado demasiado cerca de tocarse.

—Siento que he sido un idiota —él se detuvo un instante, quitándose la bufanda, Bella previó lo que él iba a hacer y negó con la cabeza. Edward no hizo caso y la obligó a ponérsela ella misma, al menos así él no la tocaría—. Siendo honesto, no he sido sino, un maldito irresponsable —continuó—. Porque, cuando te miro, cuando te toco, no me cabe duda de que lamentable, me he enamorado de ti.

Me temo que te amo Bella...